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Alipay: una lección para superar incluso la desconfianza más arraigada

Actualizado: 1 may 2022

Alipay (hoy parte de Ant Group) es una de las instituciones financieras más grandes del mundo y por sus cuentas pasa cada año más del 70% del PIB de China. Su fundador, el mítico Jack Ma creador de Alibaba, dijo cuando concibió Alipay que su sueño era “crear un ambiente financiero igualitario para todos los chinos, para que toda persona buena y honesta, aunque no tuviera dinero, pudiera crear suficiente riqueza y valor a través de su honestidad y sus virtudes”.


Alipay no es una simple herramienta de pagos, sino que fue concebida para superar las barreras de la desconfianza en China. Cuando Alibaba fue lanzado en 2003 (a través de la plataforma de comercio electrónico Taobao), la gente se limitó a ver los productos en la página, pero no compraba nada. Los vendedores del sitio no confiaban en que los compradores enviarían su pago y, estos últimos dudaban que los productos que compraran fueran enviados correctamente. Se presentó una parálisis por desconfianza, nadie terminaba comprando ni vendiendo nada y parecía que el comercio electrónico nunca florecería en China.


A diferencia de varios países de Occidente donde la norma es la confianza y en ocasiones damos el beneficio de la duda a un desconocido, en China el punto de partida es más bien la desconfianza, es decir, sólo te concederé mi confianza después de que hayas demostrado ser digno de ella. Los negocios en China operan sobre la base de un estricto respecto al sistema de relaciones (guanxi) en el que existe una confianza absoluta y casi automática entre las personas de la misma red, pero hacer negocios con desconocidos tiene una alta barrera de entrada pues la desconfianza se convierte en algo predeterminado.

Este rasgo cultural de China no es gratuito ni casual sino que está explicado por su historia. China pasó de ser una potencia mundial a ser víctima del imperialismo en el periodo que ese país conoce como los Cien Años de Humillación (1839-1949). Este episodio comenzó cuando Gran Bretaña encontró un lucrativo negocio en el tráfico masivo de opio a China. El gobierno chino, preocupado por las olas crecientes de adictos que fulminaban a su población decidió prohibir, confiscar y destruir el opio británico. Gran Bretaña reaccionó con furia y en pocos meses derrotó cruentamente a China, obligándola a pagar enormes sumas de dinero y a cederle Hong Kong (1842). Catorce años después la historia se repitió y esta vez Francia se unió a Gran Bretaña en un conflicto desproporcionado que culminó con el saqueo y la destrucción de los palacios centenarios de Pekín y la apertura de puertos y regiones internas de China a los extranjeros (1856). En los años subsecuentes la ocupación extranjera creció por toda China instaurando una organización semicolonial con un control extranjero creciente ahora también de países como Alemania y hasta Japón, país que hacia 1937 ocupó las principales ciudades chinas y mató a 300 mil personas en apenas 6 semanas. Esta deshonra exacerbó en China un sentimiento de desconfianza a toda persona fuera de la red inmediata de familiares y amigos, una faceta que continua presente en las relaciones sociales de la China actual.


¿Cómo franquear esta inmensa desconfianza e incluso generar nuevas oportunidades a partir de ello? Este es el problema al que se enfrentó Alipay y que se propuso resolver de manera simple. Si compradores y vendedores desconfiaban de sí mutuamente sería necesario entonces crear un árbitro central que sentara las bases de una nueva manera de comerciar. Así pues, un comprador enviaría primero a Alipay el pago por su compra y, una vez que el producto fuera recibido satisfactoriamente, el dinero sería transmitido al vendedor. Alipay garantizaba entonces que tanto compradores y vendedores obtendrían lo que buscaban sin necesidad de conocerse, rompiendo la barrera de la desconfianza y posibilitando por primera vez el comercio entre desconocidos en China.


Esta solución sería sólo el primer paso en la búsqueda de herramientas tecnológicas que ayudaran a las personas a confiar más unas de otras para maximizar sus potencialidades. Al poco tiempo se incorporaron calificaciones de confianza de los vendedores en función de su calidad y desempeño, lo que permitió a pequeños productores y comerciantes competir de frente por primera vez con las enormes firmas. Más recientemente, los avances en machine learning y el big data han servido para derribar la rígida desconfianza en el proceso del otorgamiento de un crédito, así surge Zhima Credit (también parte de Ant Group) que ahora evalúa el comportamiento financiero de los usuarios para ofrecerles préstamos en tiempo real. Ganar la confianza subjetiva de un banquero quedó en el pasado pues ahora cualquier persona puede aplicar a un crédito en tres minutos, recibir sus recursos en un segundo y todo con cero intervención manual o sesgos personales (modelo de crédito 3-1-0). Esta idea ha sido tan exitosa en China que ahora tu calificación de crédito puede liberarte de pagar depósitos en la renta de un departamento o evitarte el pago del enganche de un automóvil. Las aplicaciones son tantas que hasta las tiendas en China prestan paraguas en días de lluvia, los pagos se realizan a través de Alipay en función del tiempo que hayas utilizado el paraguas y el comerciante confía en que lo devolverás debido a tu puntuación en Zhima Credit.


Cuando Alipay comenzó sus operaciones no había comercio electrónico en China, Alibaba y Alipay lo crearon superando la histórica barrera de la desconfianza china. Si bien numerosos retos nos aguardan en el futuro digital, la puerta de la confianza entre desconocidos parece haberse abierto para promover negocios y finanzas más inclusivos para todos.

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