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El Yin y el Yang de la Política

Más de la mitad de los habitantes de este planeta acudirán a las urnas en este 2024. En más de 80 países se llevarán a cabo elecciones entre todo tipo de ofertas políticas y casi todas podrán encontrarse de manera muy simplificada dentro un espectro de lo que llamamos propuestas ‘de izquierda’ o ‘de derecha’, dos vocablos con significados tan personales que casi siempre nos dejan a todos confundidos en medio del ya de por sí revoltijo electoral del mundo.


Recuerdo que yo tardé mucho tiempo en apenas comprender qué cuernos querían decir algunos adultos cuando hablaban de la izquierda y la derecha. En mi cabeza infantil pasó de todo, imaginaba que el término ‘los de izquierda’ era un simple eufemismo para referirse a los más pobres y que ‘los de derecha’ ganaban dicho calificativo cuando se trataba de empresarios o ejecutivos, en mi mente casi siempre hombres, por cierto. Llegue a imaginar incluso que se referían a la forma en que vestían o hablaban, siendo la izquierda más dicharachera y colorida y la derecha rimbombante y encorbatada. Las explicaciones de la gente me dejaban siempre más confundido pues solían referirse incluso a un bando y no al otro como ‘los buenos’ y ‘los malos’ y viceversa, todo depende a quién le preguntara.


Por eso haré el intento de explicarlo. Comencemos diciendo que muchos historiadores ubican el origen de estas expresiones en la Revolución Francesa y particularmente en el momento en que se redactaba la nueva constitución. Aquellos que defendían un cambio profundo y que negaban el derecho de un rey a tener el poder absoluto se sentaban a la izquierda del presidente de la asamblea, en cambio, aquellos que defendían las reminiscencias del absolutismo monárquico se sentaban a la derecha. Este patrón de los escaños se repitió en parlamentos posteriores en muchos lugares de Europa hasta instaurarse en el habla de la cotidianidad política usando ‘la derecha’ para referirse a aquellos que en general querían conservar el ‘status quo’, es decir, mantener las estructuras de poder imperantes y ‘la izquierda’ para designar a aquellos que defendían un cambio. Estos sucesos ciñeron la primera acepción ‘de la derecha’ para referirse a los grupos conformes o conservadoras de la realidad y a ‘la izquierda’ a los reformadores y buscadores de cambio social.


En el siglo 20 la dimensión izquierda-derecha comenzó a tomar un significado principalmente económico que es de hecho el que se conserva de manera primordial para referirse hoy a los votantes de derecha como aquellos que defienden los principios del libre mercado y la baja o nula participación del Estado mientras que los de izquierda serían los que abogan por una mayor intervención del gobierno en la economía.


El debate ha llegado incluso al campo de las neurociencias con experimentos que suelen coincidir en decir que las diferencias en las estructuras cerebrales de las personas y las raíces mismas de su personalidad permiten predecir con exactitud si alguien se inclina a la izquierda o a la derecha del espectro político (Hibbing et al., 2023), esto dependiendo sobre todo de las regiones cerebrales encargadas de administrar los sentimientos en áreas primitivas sensoriales como la amígdala. Esta teoría demostraría que las diferencias entre las izquierdas y las derechas del mundo no son en parte más que el resultado de nuestra propia diversidad biológica que parece basarse casi místicamente en la complementariedad de opuestos.


 ¿Por qué entonces no tener una política más civilizada? Lo primero que tendríamos que reconocer es que los opuestos políticos son igualmente válidos, una especie de Yin y Yang que bien haríamos en entender como una metáfora de balance y no como una de guerra entre combatientes indignos uno del otro. La noche y el día no son enemigos, se requiere de ambos en un balance alternado.


Personalmente la definición actual que más me agrada de la izquierda y la derecha, esa que me hubiera gustado escuchar de niño, es aquella contenida en el tan bien conocido lema de la República Francesa: Liberté, Égalité, Fraternité. En dicha significación se agrupa en ‘la derecha’ a las personas para quienes lo más importante es la libertad en todas sus formas sea esta económica, política o social, mientras que ‘la izquierda’ agrupa a aquellos a quienes la igualdad supone el valor máximo a perseguir. La libertad y la igualdad, tan deseables como valores en sí mismos, suelen verse comprometidos uno con el otro creando aparentes oposiciones que nos obligan a recurrir siempre a la fraternidad como ese mediador central que reconoce a ambas partes como válidas, como complementarias. Una fraternidad que permite que nuestras diferencias políticas se conduzcan de forma más civilizada al reconocer en el otro algo quizá diferente e incluso antagonista, pero siempre válido.  

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