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¿Ganas de renunciar? Por qué trabajamos

Actualizado: 12 dic 2021

¿En los últimos meses deseaste renunciar a tu empleo o de hecho lo hiciste? No estás solo. Las siempre detalladas estadísticas estadounidenses permitieron observar esta situación en la primavera pasada y es que desde mayo a septiembre de 2021 unos 20 millones de trabajadores renunciaron voluntariamente a sus empleos, alcanzando la mayor tasa de renuncia (quit rate = 3%) desde que dicho país comenzó a medir este indicador. Europa de hecho supera estos niveles como en el caso de Alemania (6.0%) o Reino Unido (4.7%). Este episodio ha sido denominado la Gran Renuncia (the Great Resignation / the Big Quit) y ha detonado numerosas hipótesis sobre sus causas, desde las económicas hasta las psicológicas.


A inicios de este año el Work Trend Index publicado por Microsoft ya vaticinaba este suceso reportando que el 40% de la fuerza laboral en el mundo consideraba abandonar su empleo este mismo año. Cuando escuché por primera vez de este fenómeno vino a mi mente como una posible causa el cansancio laboral (burn out) que las interminables jornadas de home office habían dejado durante la pandemia, provocando en millones de personas una sensación de fastidio hacia el trabajo. Pero las estadísticas estadounidenses brindan un dato revelador: en los últimos doce meses a octubre de 2021 se generaron 73.8 millones de nuevas contrataciones mientras que las separaciones (incluyendo renuncias) totalizaron 68.1 millones, es decir que el mercado laboral tuvo una ganancia neta de 5.7 millones de empleos en ese país. Cabría preguntarnos si más que una Gran Renuncia no estamos frente a un Gran Intercambio, personas que abandonan un puesto laboral para colocarse con enormes ilusiones en la compañía de enfrente y viceversa, buscando en ese constante cambio la oportunidad de mejorar aspectos profesionales (mejor paga, mayor seniority) o incluso aspectos personales más profundos (autorrealización y sentido de la vida).


El psicólogo de la Teoría Social Barry Schwartz elaboró un ensayo muy oportuno para entender porque hoy incluso salarios más altos no han puesto fin al constante deseo de cambio laboral. Cuando a las personas que se sienten realizadas con su trabajo se les pregunta por qué hacen lo que hacen, el dinero casi nunca sale a colación. Más bien, los estudios de Schwartz destacan tres elementos clave para amar un trabajo: (1) autonomía, (2) compromiso social e (3) impacto. En palabras del psicólogo las personas satisfechas con sus trabajos sienten que tienen un cierto nivel de mando y utilizan esa autonomía para aprender cosas nuevas que las perfeccionan como personas. Son miembros de un equipo y tienen la sensación de cumplir un papel dentro de la sociedad. Por último, les parece que lo que hacen es importante ya que su labor permite mejorar la vida de los demás.


¿Pensarías que un trabajo así sólo es exclusivo del CEO de Tesla, Amazon, el director del Banco Mundial o el creador de la empresa unicornio del momento? Piensa de esa manera y en opinión de Schwartz estarás condenado a la frustración laboral eterna. La solución es entender que realmente casi todos los empleos tienen el potencial de ser satisfactorios por la sencilla razón de que todo empleo puede organizarse para proporcionar cierto grado de autonomía y ser dotado de sentido al relacionar cada trabajo con el bienestar de los demás.


Así que antes de aceptar ese nuevo empleo como la solución universal a tus problemas, vale la pena preguntarte si en tu trabajo actual puedes encontrar la satisfacción que necesitas con unos cuantos ajustes que aumenten el sentido y el compromiso social en tu labor diaria. De la misma forma, como empresario o jefe pregúntate si estas diseñando entornos para que las personas sean más autónomas en sus responsabilidades, se enfrenten a tareas desafiantes con las herramientas adecuadas y tengan continuas oportunidades para reconocer que lo que hacen sirve siempre a alguien.



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