Hay cosas en las Finanzas que me siguen volando la cabeza de sorpresa, de esas que te dejan con la cara de bobo como cuando ves un truco de magia y tu mente racional no entiende la suerte de hechicería que está presenciando. Recuerdo haber quedado con este rostro de incrédulo cuando aprendía en la universidad de la llamada oferta monetaria y del superpoder de los bancos para crear aparentemente dinero de la nada.
Solemos pensar comúnmente que un banco se limita a recibir nuestros depósitos y a guardar nuestras moneditas y billetes en su caja fuerte hasta que nosotros regresemos a pedírselo. Una especie de custodio que protege nuestro dinero sin si quiera tocarlo, pero en la realidad esto no es así. Lo primero a tener claro es que un banco realiza dos funciones que cuando se combinan hacen surgir la verdadera magia. Por un lado, guarda tus recursos cuando uno no los está ocupando y por otro te extiende un préstamo cuando prefieres no utilizar tu propio dinero o simplemente no lo tienes. En resumidas cuentas, un banco recibe depósitos y con ese dinero extiende préstamos y esto es algo que no solemos tener presente hasta que las cosas salen mal. Hay una escena en una película de los años 40 de Frank Capra que lo muestra exquisitamente; cuando los habitantes de un pueblo corren al banco para pedir todos al mismo tiempo su dinero, el dueño del pequeño banco les explica que su dinero está seguro pero que en ese momento se encuentra invertido en las distintas casas que todos pudieron construir gracias a los créditos ofrecidos, es por ello que le dice a un cliente «Yo no tengo tu dinero. Tu dinero está en la casa de Joe, sí la que está junto a tu casa. Y en la casa de los Kennedy. Y en la de la señora Macklin y en cientos de otras…»
Pero esto no acaba allí, los bancos en su conjunto no se limitan a prestar sólo el monto de los depósitos, sino que prestan de hecho mucho más. ¿Cómo se logra eso? Cuando un banco extiende un préstamo a una persona o negocio este monto termina siendo usado para pagar algo y convirtiéndose en un nuevo depósito para alguien. Este deposito es capturado por el mismo u otro banco, que a su vez puede emitir un nuevo préstamo a otra persona, repitiéndose este círculo una y otra vez. Los bancos, por tanto, tienen el poder de crear dinero de la nada (o más precisamente de muy poco) y esta es una gran responsabilidad que puede poner a toda una economía en aprietos si es que a todas las personas se les ocurre un buen día pedir su dinero simultáneamente.
Para evitar el papelón de no tener dinero cuando un cliente quiere acceder a sus recursos la banca moderna hace un guardadito conocido también como coeficiente de reserva o encaje y que es la porción de depósitos que un banco debe mantener en reservas líquidas. Por ejemplo, si un banco reserva el 10% de sus depósitos en dinero líquido, eso equivaldría a que recibiendo un depósito inicial de 100 pesos el banco podrá crear 1,000 pesos de nuevo dinero luego de varias vueltas de depósitos y préstamos. El dinero se habrá multiplicado al final 10 veces permitiendo hacer crecer la economía en lugar de simplemente haber guardado el depósito inicial hasta que ese ahorrador acudiera a retirarlo.
Estas reservas hacen que el sistema funcione correctamente al cubrir las necesidades normales de liquidez de las personas. Pero si a alguien se le ocurre salir a pregonar que el dinero ya no está en el banco sino en la casa de Joe (que como vimos es así en la realidad) entonces no habrá ningún guardadito que te aguante un pánico (bank run). Basta ver que ante ciertos rumores los clientes de Silicon Valley Bank se lanzaron a sus celulares y bancas electrónicas para retirar en menos de 24 hrs unos 42 mil millones de dólares de sus cuentas, dejando al banco sin dinero líquido y culminando en su quiebra. Este nivel de retiros en un banco no tiene de hecho precedentes en la historia y es el resultado de un mundo donde los dineros pueden movilizarse por medios electrónicos de manera instantánea al tiempo que el pánico (incluso injustificado) tiene hoy la capacidad de multiplicarse a la velocidad de la luz en las redes sociales.
Para protegernos de nuestra propia desconfianza e impaciencia, los sistemas bancarios del mundo han creado seguros que pueden activarse ante momentos de locura. Por ejemplo, en Europa tus depósitos están cubiertos hasta por 100 mil euros, en EE.UU. hasta por 250 mil dólares o en México hasta por 400 mil udis (unos 3 millones de pesos) por persona y por banco lo que protege el saldo del 99% de las cuentas bancarias en el país.
Además de la existencia de este tipo de seguros para momentos de espanto, la realidad es que los bancos del mundo están en su mejor forma en la historia, con más activos líquidos, una base de capital más amplia y sistemas de riesgo mucho mejor monitoreados. El consenso de expertos, incluyendo el Fondo Monetario Internacional, apuntan a que si bien los eventos de quiebras bancarias de este pasado marzo de 2023 tendrán efectos adversos en la disponibilidad de crédito en el mundo (en general encareciéndolo), dejan claro que esto no es 2008 y que los riesgos de una crisis bancaria están contenidos.
A decir verdad, las acciones de rescate que presenciamos en marzo se parecen mucho al conmovedor discurso que George, el administrador del banco de aquel pequeño pueblo de la película de Frank Capra da a sus ahorradores: «Podemos superar esto sin problemas, tenemos que permanecer juntos y tener confianza». Al final, para que esa caja mágica siga fabricando dinero todos necesitamos confiar en el sistema y para ello las regulaciones, la supervisión, los seguros y los discursos abonan para que tu dinero siga hoy más seguro en un banco que debajo del colchón.
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